22 nov 2007

caballero

Voy abandonando los vestidos de artificio con los que me habían adornado para protegerme del mundo. Las máscaras que ocultaban mis gestos, los guantes que prevenían el contacto con las cosas. Artefactos de profilaxis contra la experiencia.
Cae la armadura decorativa que no llegó a conocer batalla alguna, sólo rostros pomposos desfilando por un pasillo que conduce a un salón elegante. Al romperse el traje de metal, el espíritu preso queda libre.
Me deshago de mis vestiduras, de mis vestigios de hombre perteneciente a algún tipo de secreta sociedad conspirativa. No hay espacio en mi interior.

Ya estoy desnudo. Salvaje liberado.

De mi pecho bulle una sensación que se escapa de mi cuerpo y cree modificar el paisaje. Todo es bello, y en el fondo, amorfo como el alma.
Caigo de rodillas, ya no reparo en mi vergüenza, ya no cumplo una función útil. En todo el camino hasta acá, mi cuerpo se ha debilitado.
Ese soy yo. A los pies de un lago azul encontré la muerte.

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