Yendo por una ruta en auto, me detengo en un lugar de entretenimiento muy llamativo. Paro el auto.
Paso a una cocina, un tipo, el presentador, hace una mezcla de budín. Mientras me habla, me hace probar la masa todavía cruda. Me hace creer que me va a pegar raro , pero luego se desmiente y dice que eso solo un budín. Para matar la espera hasta que se cocine el budín, me invita a ver una película, un video formativo. Pasamos a una sala de cine, con una gran pantalla y tres grupos de butacas divididas por dos pasillos. Hay mucha otra gente ya ubicada en el primer grupo de butacas, esperando a que empiece la proyección. Estan ahí por la misma razón que yo. Cuando empieza la película, las primeras imágenes que se ven causan una euforia incontenible en los espectadores, que se paran asombrados por lo que están viendo, claro efecto producido por el budín que todos acabamos de comer. Pero los que están en las butacas del fondo no pueden ver que es lo que pasa porque los de adelante tapan, fuera de si, toda la pantalla. Se escuchan gritos de “abajo!” y todos comienzan a protestar. El presentador enciende las luces y anuncia que la película va a comenzar nuevamente, y que los que quieren, pueden ir a sentarse a las butacas vacias que están mas cerca de la pantalla. Este falso arranque parece haber sido una prueba para poner al descubierto la reacción de los espectadores que ingirieron el budín.
Todos se reacomodan en las butacas de manera dispersa. Entre el publico, puedo ver gente joven y gente adulta. Me siento en el medio de una fila de butacas vacias. Una chica se acerca y se sienta en la punta, no muy lejos de mi, pero luego se para y busca un mejor lugar. En su lugar, dos parejas de padres de alrededor de cuarenta anios vienen a sentarse y no pueden evitar charlar brevemente acerca de la experiencia que acaban de tener. Yo los escucho involuntariamente, y constato que vivieron la misma intriga que yo, si el budín verdaderamente pegaba o no. Uno de los padres dice: “Suerte que dijo que era solo un budín… sino, vos sabes como te labura el bocho con esas cosas…”
La función va a comenzar nuevamente. La escena se situa en una casa. Hay dos parejas de padres con sus respectivos hijos. Las esposas se llevan a sus hijos al cine y quedan los dos hombres en un encuentro entre amigos. Charlan sobre una experiencia que vivieron en un viaje en el que llegaron por casualidad a aquel budín mágico del cual comieron. Ahora mismo están calentando lo que les quedo de budín de aquella vez para realizar la experiencia nuevamente.
Uno de los dos hombres, interpretado por Nicolas Cage le surgen dudas acerca de si ingerir nuevamente el budín mágico. Pero su amigo lo tranquiliza con unas palmadas en el pecho. Esta en su naturaleza preocuparse demasiado. Por fin comen un pedazo y salen al jardín. Este se ha vuelto salvaje y fantástico. Un elefantito tamanio perro pasa corriendo por la pared de la medianera. Se puden ver arboles completamente locos. Aparece un zorrino amistoso, semejante a un gato y se deja acariciar con mucho gusto. Las plantas están vivas y sienten todos los estimulos, como el sol, la compañía o si les cantan, y cuando las riegan se rien y se sacuden de las cosquillas que les agarran.
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