Ahí en donde el rayo del sol lo ilumina,
Pues ahí no volveré a estar.
En donde el brillo de tu piel, mojada de transpiración¡No!
Olvidate que mis manos te secaron, que mi boca poso sobre tu hombre.
Pues ahí concretamente, en ese pequeño rincón, cortado
por un limón y cinco florcitas blancas, ¡Arderá!
Al igual, que ardí de temor, amor, dolor.
Quedara mutilado como mutile mi cabello,
pues la abundancia de el llegaba hasta tus manos.
Pues si todo me recuerda a ti...¿donde queda lugar para mi?
En este jardín, las hormigas parecen extinguir.
La mañana como dueña de mi vida, en donde inciden todos los sucesos.
Como aquella mañana en que comencé a escribir.
Como aquella mañana en que manche mis días.
Como aquella mañana en que me enamoraste.
Todas las mañanas por largo tiempo permanecieron.
Todas las mañanas tienden a empezar por lo mismo,
que es escuchar el cantar de las aves y encender la llama de mi vida!
No, no son tan solo aves... son sus hierbas
Solo, suena, suena y patea
que creo que con esta ciencia,
romperás el limite entre la realidad y la felicidad.
Que el sol te maquille de felicidad no debes olvidar.
Y que luego el viento mueva las hojas y ramas, y las hagan cantar.
Que lindo es cuando resaltas en rojos y verdes con tu pájaro guardián.
Suena, suena, suena, pero deslumbra.
Grita y vibra por lo carnal del padecer,
por no robar la inocencia a los niños.
Salta, salta y vuela.
Por el refugio de tus partes, en tu cuerpo desnudo
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