29 may 2009

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Este es un mundo loco, de hermoso celestial que no ocurre en ningún tiempo ni lugar en el que hayamos estado antes. Es el paraíso personal de todo el que se atreve a explorar estas tierras aún vírgenes y las mil cosas que tiene para ofrecer.
Al tratar de olvidarnos, lo recordamos mejor; pero cuando se intenta hacer memoria, sólo se encuentra confusión.
La fantasía es la lógica conductora de estas vivencias, siempre únicas e irrepetibles, ¡maravillosas! La imaginación sin frenos ni ataduras gobierna, de una vez por todas, como soñaron algunos hombres.
Puertas se abren al paso, trasladan fragmentos de sensaciones recogidas por la vida que se creían perdidas, hacen revivir un pasado sepulto y lo sacan a desempolvar a mitad de la noche.
Tierras se abren y paren nuevos mundos, fantásticos, ilimitados. Explotan montañas que estaban dormidas. Se despierta el otro, el mismo pero exagerado y persistente en la búsqueda de una explicación, de la vigilia de la realidad, de la lógica de un mundo trabado por contradicciones absurdas, y en el hallazgo del sentido ahí donde estaba codificado, para sacar conclusiones basadas en hechos o percepciones que varían a cada momento. Partiendo de la caducidad de todas las filosofías del hombre, hay una pérdida constante y recuperación de las esperanzas en el futuro y presente de la humanidad.
Este es el mundo, créalo o no. Yo no. No puedo. Permanezco perplejo frente a la inverosimilitud de un despertar y su oficio diario. Pertenecer a esto es algo difícil de agradecer, si estamos ahí simplemente disfrutando del gozo en sus alucinaciones para luego ser expulsado una y otra vez de ese edén, del cual no permite que te lleves sino vagas sensaciones de haber sido parte.

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