Y la lapicera cayó en el suelo, justo en esa hora en que las lágrimas empiezan a brotar, cuando te diste cuenta que tendrías que estar soñando o bailando.
La hora de la angustia, la madrugada, la niebla que cubre tus cimientos. El despertar de la depresión, y ahí te diste cuenta de la mediocridad que viste tu vida.
La hora en que planeas robarle el tiempo al otro, para que el te lo regale.
En que planeas dejarlo todo por el insignificante trago de la promiscuidad disfrazada de amor.
La hora en que elaboras las dulces letras que dibujan tus pensamientos. La hora de los pensamientos volátiles.
La hora interminable que revuelve tus sentimientos.
La hora de la decisión desesperada.
La hora de la desesperación.
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