Este es un lindo lugar. Calmo, ambiguo, claro,con un estilo casi colonial. Digo casi, porque también parese ser algo marginal.
El sol me pega en las rodillas y las niñas corren a mi alrededor con cierto aire derrochador de libertad. En el árbol, que esta frente mio, dos pajaros pelean y/o juegan con una cinta de nylon. Heme aquí sentada, en una esquina, en el cantero de cerámicas amarillas de una casa de ladrillos del mismo color. Ya no espero, o espero sin la ilusion de encontrarme con algo, es mas tampoco busco. Solo estoy.
En la esquina, en otra, de las cuatro que me rodea, hay dos hombresitos entrando en la adolescencia, desesperados por diferenciarse o separarse de aquella niñez que aun los persigue. Pensando que en ella no se encuentra la libertad. Pero solo los niños son libres, no tienen prejuicios, y a veces solo ellos defienden sus ideales todavía indefinidos.
Hay aire calido y de siesta.
Es treinta de agosto, la primavera parese llegar antes de los provisto, que no se si seguirá siendo un invierno crudo y desgarrador, pienso ahora que perdí mi cobija.
Pero simplemente es un año mas. Y soy una flor que recién comienza a florecer.
Una niña que termina de adolescer en la adultez sobre un papel.
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