Le comento a mi amigo imaginario que perdí a mi reina imaginaria, el me cuenta que se fue con Matías su primo imaginario que cuenta con una demagógica soledad, mientras tanto me cuenta el fantasma de la esperanza que no hay tiempo que perder, que solo hay tiempo que ganar, y repensado lo que ah dicho, veo trepar a mi novia a un árbol…
Cae del tejado de un alpino un sordo; sin ojos ni orejas, que perdió su bastón en una pelea con la alegría. Mi canario canta, canta pero se calla, se calla y vuelve a cantar, apaga la lámpara de su jaula y se acuesta a dormir, antes calzándose las pantuflas sale a tirar la basura y se duerme hasta que vuelva el verano, o al menos la primavera…
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