I
Se revelan los ojos como el nuevo día naciente
La claridad inunda el espíritu dejándolo ciego
Nada es como era, nada está como estaba
Ésta es la hora de un nuevo nacimiento
El cuerpo se mueve con lentitud dolorosa
Arrojado en este mundo por un ansia creciente
Del árbol de la vida toma su fruta preferida
De sabrosa pulpa, jugosa como la poesía
Nada en el aire un aroma embriagador
Es el deseo que despierta en primavera
El perfume de una mujer que se acerca
Galopa en el pecho una sensación inexplicable
Se agolpa en la boca y se escapa con el viento
Como una dulce hoja que estalla en el aire
II
Como una dulce hoja que estalla en el aire
Los pensamientos uno tras otro se suceden
En la carrera violenta a través del hilo
Que conduce, ata y une la dispersión del tiempo
Valijas de polvo se acumulan en los templos
Conteniendo en esencia los olores de los días
Antes que los pasos resonaran en el silencio
Antes que el mundo se forjara como mundo
Cuando todavía no había manos ni cuentas
Y todo estaba detenido en un solo punto
Que reunía el sentido y el ritmo de las cosas
Ponía el por qué, el para qué, cosas necesarias
Un paraguas del sueño en medio de la tormenta
III
Un paraguas del sueño en medio de la tormenta
Se abre para dar refugio a los desahuciados
A los moribundos, a los muertos vivos
Que deambulan sin rumbo claro por las noches
Los que suben a los techos a buscar compañía
Como gatos milenarios que siempre estuvieron
Y, a diferencia del mundo que avanza,
Los gatos pertenecen a su mirada extraviada
Y pasan las tormentas y se gastan los paraguas
Vienen nuevos tiempos de sol y primitivismo
Que brindan una reconciliación con la tierra
Y vuelve el movimiento que antecede a la quietud
Y pone en marcha la máquina oxidada
El cristal todavía se mantiene caliente
IV
El cristal todavía se mantiene caliente
En la caldera interior de las pasiones
Clavado en el corazón por accidente
Liberado por cierto oficio fantástico
Y el rayo impiadoso penetra toda distancia
Del cielo al ojo y del ojo al mundo
Flores en la ventana de una bienvenida
Y las puertas y los parpados que se abren
Respiro, se empaña el vidrio, una esperanza choca
Con la fina capa de arena transparente
Que no deja pasar, esa el cosa, hacia el otro lado
Tallando un dibujo con el ansia del encierro
Toco el cristal que se está enfriando
Se deslizan los dedos y se acaricia como felpa
V
Se deslizan los dedos y se acaricia como felpa
Incrédulo de haber podido resolver el acertijo
Feliz satisfacción concebida por algún dios
Siendo testigo fiel de la creación del universo
Libre, libre al fin de la botella prisionera
Soy dueño y señor de las palabras robadas
Estiro los brazos en posición de vuelo
Dispuesto de disfrutar de un mundo sin tarifas
Caigo en la tentación de destruirlo todo
Cumplir la tarea por la que me han dado vida
Para que, desde las ruinas, volver a comenzar
Derribando y cosechando, demoliendo y edificando
Cantando a las puertas de un cielo inédito
La creación divina, la inmaculada idea
VI
La creación divina, la inmaculada idea
Se expone al tiempo y se hace diminuta
Frente a un espejo se enrosca sobre si misma
Se expande como globo cuando se suelta al viento
El trabajo mundano y la preocupación terrestre
Se cristalizan formando un hilo plateado
Se confundes los días con las hojas
Se elevan los pasos oídos y las voces
Todo concluye al final del largo camino
Donde se cruzan los destinos reambulantes
De quienes avanzaban de manera incierta
Los sentidos abiertos y alzando la mirada plena
Ahora todo está dispuesto en la escena
Se revelan los ojos como el nuevo día naciente
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