Mis pensamientos ya no tienen palabras. Es por eso que se me hace tan difícil escribir. Ahora son solo sonidos. A veces una triste una melodía fúnebre que se aleja chirriando como una carreta desvencijada tras un camino de tierra y polvo. Otras, es un blues que viaja en un tren por los campos algodoneros. Tantas otras, no se trata de algo tan luminoso, sino de una melodía silbada por un presidiario encerrado de por vida en una jaula con una tortuosa ventana y su paisaje que solo confirma el encierro. Un campesino que se aleja cantando mientras le vibra la voz al compás de sus pasos perdidos. Los ecos de un llanto de mujer por la muerte de un héroe sin miedo. El ruido de un sueño roto por la mugre del mundo.
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