10 may 2007

Cómo largar humo en tres etapas:


La primer etapa empuja al oxígeno que quedó dando vueltas en la boca, entre los dientes, en la lengua que cambia la densidad del aire, retrayéndose hacia atrás, deja un hueco menor entre el paladar y ella, y el humo, mezclado con vapores de saliva, expulsados por el exceso de humo en los pulmones que producirá un cosquilleo en la garganta, provocandio una tos tan fuerte que puede llegar a expulsar el humo de una sola vez, lo que arruinaría el objetivo del experimento de largar el humo en tres etapas; el humo va a travesando el túnel produciendo al roce con las paredes un sonido imperceptible o por lo menos imaginable, como un tren corriendo debajo un túnel nocurno, como un barco navegando por un océano durante una tormenta nocturna, como la leña en una cabaña en el bosque, quemándose en la noche.

La segunda fogata humeante que expide la boca como una chimenea, que emana por el orificio bucal reducido a un pequeño aro por la contracción de los labios por el cual no pasaría el dedo más chico de mi mano; es el humo más puro, hablando en idioma nacional, pressutto dell intermezzo, la papa del asunto, el humo que se escapa, quema, es el momento en que el humo corre por las paredes internas del sistema respiratorio alborotando todos los alveolos como estudiantes secundarios correndo por los pasillos del colegio festejando el egreso; se siente desde la punta de los labios, que ya están ardiendo, hasta los alveolos que comienzan a arder como una zarzamora en llamas (el humo es netamente blanco, se puede ver en la oscuridad).

La tercer fragata zarpa lenta en dirección constante hacia el océano que flota en el ambiente, que hace flotar todas las cosas y los pensamientos que permanecían amarrados al puerto de lo mental y lo físico; las chimeneas expiden el último humo, ya vapor en su gran totalidad, pero aun humo, desde el cuarto de máquinas, donde se queman los últimos leños que ponen en movimiento los motores de las hélices de nuestra fragata, y que ya atraviesa el límite de las aguas navegables y ya no necesita más quemar para andar; el fogonero puede tirarse en la proa a descansar y disfrutar del viento fresco, volver a llenarse sus pulmones de aire puro luego de respirar el humo profundo de todos los días.

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